Conocido como uno de los principales impulsores de la difusión del arte de la danza folklórica del país, el maestro paceño se retiró del escenario hace poco; no sin antes, de formar a muchas generaciones de bailarines que hoy se desenvuelven en sus propios elencos.
Mario Leyes Méndez fue maestro de importantes exponentes de la danza boliviana. Por muchas décadas trabajó para proyectar a la danza, particularmente clásica y folklórica, a escenarios fuera del país.
Don Mario Leyes falleció ayer en Cochabamba pero su recuerdo permanecerá en esos centenares de estudiantes y bailarines que aprendieron de él no sólo la técnica, sino el amor por el arte del movimiento y por las coreografías envueltas en múltiples desplazamientos acompañados de coloridos vestuarios.
Leyes nació en La Paz, estudió en el colegio La Salle y su apego a la danza comenzó en 1958. Melba Zárate lo condujo hacia el ballet clásico y llegó a ser parte del Ballet Oficial. Más adelante creó el elenco del Ballet Clásico Anna Pavlova y el primer conjunto de baile folklórico en la capital valluna.
Durante tres décadas dirigió al Ballet Folkórico de Cochabamba. Con este elenco recorrió los principales escenarios de París, Madrid, Barcelona, Burgos, Ciudad Real, Mallorca, Canarias, Portugalete, en Europa; en Estados Unidos, en Miami, Maryland y Carolina de Sur. Su particular forma de mostrar un vestuario lo hizo merecedor de importantes premios fuera de Bolivia. En respuesta a un incansable trabajo, Don Mario trajo para el país los galardones más significativos en la carrera de un bailarín, coreógrafo y director.
El maestro combinó su pasión por la enseñanza con la edición y publicación de libros sobre el tema. Vivió empecinado en toparse con gente “que no sabe lo que significa la palabra folklore y está haciendo folklore durante toda su vida”, ese fue siempre su reclamo. Nunca se cansó de expresar su posición sobre la falta de apoyo estatal para representar la cultura boliviana fuera de nuestras fronteras, específicamente en los festivales internacionales.
Don Mario fue una persona muy reconocida en La Paz, aunque fijó como residencia a las campiñas cochabambinas. Fue una figura infaltable en festivales nacionales como internacionales que permitieran descubrir la esencia del folklore boliviano. Su labor contribuyó de manera significativa para que la danza guste a las generaciones de bolivianos que sentían esa picazón en los pies que los conducía al escenario donde él los esperaba. Don Mario descansa en paz.
Durante tres décadas dirigió al Ballet Folkórico de Cochabamba. Con este elenco recorrió los principales escenarios de París, Madrid, Barcelona, Burgos, Ciudad Real, Mallorca, Canarias, Portugalete, en Europa; en Estados Unidos, en Miami, Maryland y Carolina de Sur. Su particular forma de mostrar un vestuario lo hizo merecedor de importantes premios fuera de Bolivia. En respuesta a un incansable trabajo, Don Mario trajo para el país los galardones más significativos en la carrera de un bailarín, coreógrafo y director.
El maestro combinó su pasión por la enseñanza con la edición y publicación de libros sobre el tema. Vivió empecinado en toparse con gente “que no sabe lo que significa la palabra folklore y está haciendo folklore durante toda su vida”, ese fue siempre su reclamo. Nunca se cansó de expresar su posición sobre la falta de apoyo estatal para representar la cultura boliviana fuera de nuestras fronteras, específicamente en los festivales internacionales.
Don Mario fue una persona muy reconocida en La Paz, aunque fijó como residencia a las campiñas cochabambinas. Fue una figura infaltable en festivales nacionales como internacionales que permitieran descubrir la esencia del folklore boliviano. Su labor contribuyó de manera significativa para que la danza guste a las generaciones de bolivianos que sentían esa picazón en los pies que los conducía al escenario donde él los esperaba. Don Mario descansa en paz.
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