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Wajtas, ofrendas de Año Nuevo para la Pachamama



Miles de personas en Bolivia alistan uvas, champagne, ropa interior, maletas o fuegos artificiales para celebrar la llegada de 2016. Pero otros acuden a sabios aymaras para armar ofrendas denominadas “wajtas” y despedir el año que termina. Según la creencia, al quemarlas se deja todo lo malo en el pasado y se tiene un próspero nuevo año. Esta ofrenda a la Madre Tierra o Pachamama en la última noche de diciembre es una de las costumbres más extendidas para recibir el año nuevo en la localidad de El Alto.



En Bolivia, la llegada el fin de año genera la necesidad de asegurar que el próximo sea mucho mejor. Por eso, los bolivianos recurren a diversas costumbres como comer 12 uvas, brindar con champagne, usar ropa interior de color rojo o amarillo, subir escaleras llevando maletas o contar dinero, todo esto a las 0:00 horas de cada 31 de diciembre.
Sin embargo, en la última década, en el país se vive una tendencia a recuperar ritos ancestrales. Una de ellas es la wajta, una ofrenda típica del altiplano andino boliviano que contiene diversos elementos, sobre todo dulces que se queman para alimentar a la Pachamama y pedirle favores.
En la ciudad de El Alto, en la avenida Panorámica, existen más de treinta casetas o “consultorios” de 2×2 metros, donde amautas o sabios andinos ofrecen sus servicios. Ellos trabajan los 365 días del año; el mes más ocupado, según cuenta don Nicolás Quispe, es agosto, cuando la Pachamama “abre la boca” a la espera de ofrendas.
Según la cosmovisión andina, la Madre Tierra tiene hambre porque en agosto concluye la primera temporada agrícola y se cree que está cansada y desgastada por la cosecha. En ese sentido, tiene hambre y abre la boca para que la alimenten. Sin embargo, don Nicolás cuenta que también es una tradición hacer una ofrenda el 31 de diciembre.
“Cuando está por finalizar un año, las personas buscan despojarse de todo lo malo que pudo traerles ese tiempo y empezar un nuevo año con las mejores energías, prosperidad y abundancia”, agrega su vecino de negocio, el amauta Pascual.
El experto explica que, en el mundo andino, el año comienza el 21 de junio, el día del solsticio de invierno. Entonces, el 31 de diciembre estaría ubicado aproximadamente al final del primer semestre del año andino. Sin embargo, sí se puede ofrecer una wajta porque en diciembre la Pachamama también tiene hambre, porque se cansa debido a la época de lluvias, que ocurre entre noviembre y febrero.
Mesas de colores
Para preparar una wajta se deben tener en cuenta varios detalles. Primero, decidir la petición que se quiere hacer a la Pachamama. Luego, hay que armar la mesa con diversos elementos que representan los deseos que cada uno tiene. Las mesas se definen por colores: blancas, rojas o naranjas y negras. Las blancas, cuentan los amautas de El Alto, son las más requeridas en año nuevo porque significan buena suerte y salud. Las rojas son pedidos para el bienestar del hogar. Las negras son para la limpieza del alma.
Después, se busca a una persona especializada para que haga el ritual, puede ser una persona adulta mayor o, lo más aconsejable, un amauta, yatiri o kallawaya.
Una vez que se deciden las peticiones, el creyente tiene dos opciones para armar la mesa, una es comprarla de las chifleras que tienen sus puestos de ventas ubicados a pocos metros de la Avenida Panorámica. Los precios varían entre 20 y 100 bolivianos (desde US$ 3 hasta US$ 15). La segunda es explicarle las peticiones al amauta y él armará la mesa de acuerdo a sus conocimientos.
La chiflera Antonia Pérez explica que para tener dinero, armonía y salud, la ofrenda debe incluir frutas como manzanas, uvas y duraznos, además de claveles blancos, azúcar, canela, vino dulce, hojas de coca y cigarrillos. “Cuando preparas la mesa, tienes que hacer como si estuvieras preparando tu comida. No olvides frutas y bebidas para la tierra. Como es un día de pedidos, también tienes que barrer bien tu casa y encender incienso en las cuatro esquinas del hogar”.
Doña Antonia cuenta que ella misma prefiere armar la mesa, porque lo que venden otras señoras tal vez no está bien. Puede que falten cosas; y los achachilas se dan cuenta. “Nosotros somos los autorizados para hacer esto”, argumenta el amauta Teodosio Mamani y cotiza la mesa por un precio de 150 bolivianos (US$ 20). La opción más barata es la “incenciada”, que tiene un costo de 50 bolivianos (US$ 7). Se trata de quemar incienso y copal en un brasero y dejar que el humo llegue a la persona que pide el favor.
Doña Antonia aconseja también que si el creyente sabe preparar la ofrenda y quemarla de la forma adecuada para alimentar a la Pachamama, es decir, que todos los elementos deben consumirse al mismo tiempo, puede hacerlo sin necesidad de recurrir a un amauta.
Esta antigua tradición andina traspasa las fronteras, ya que los amautas reciben pedidos para hacer ofrendas desde otros países como Argentina y Brasil, e incluso de España.
Ofrenda a la Pachamama
Momentos antes de hacer la ofrenda, el amauta Teodosio arma una pira de madera. Luego espera a que encienda. Alista hojas de coca, alcohol, cerveza o vino y después coloca la mesa y deja que se consuma. “Nosotros tenemos que interceder, hablamos con los achachilas para comunicarles el pedido que tengan los creyentes. Hay maestros que sabemos cómo hacerlo, pero otros no lo hacen bien, son aficionados”, asegura.



“Esta mesa”, dice señalando la ofrenda, “tiene figuras de yeso que representan un buen trabajo, dinero para todos los miembros de la familia; pero lo más importante es la fe”, agrega. Cuando el fuego consume toda la ofrenda, el amauta reúne las cenizas y se las entrega al creyente para que las entierre en su casa. Asimismo, para alejar las energías negativas en el último día del año, los sabios aconsejan realizarse una limpieza con una mesa negra.
Otras personas acuden a los amautas para saber lo que les depara el nuevo año. Los expertos leen el futuro en cigarro, alcohol y hojas de coca. Otros amautas hacen lecturas en naipes y alcohol, las lecturas más solicitadas son las de la coca, señala el amauta Teodosio.
La yatiri Eusebia Layme cuenta que la gente casi siempre busca saber sobre trabajo y amor. Explica que la coca avisa, alerta y aconseja sobre los acontecimientos que pueden suceder en el futuro. “La coca es sabia, nos dice lo que puede pasar, pero también nos dice cómo actuar frente a eso”.
Todos estos sabios han logrado la confianza de sus clientes, que cada 31 de diciembre regresan para pedirles que hagan una ofrenda a la Pachamama e intercedan por ellos. “La clave es la fe”, asegura Walter Chambi, un creyente que el año pasado pidió dinero suficiente para comprar un vehículo y trabajar como taxista en La Paz.
“Logré tener mi taxi y me va muy bien”, asegura. Por eso, agrega, en la víspera de Año Nuevo hará una wajta más grande que la anterior para agradecer a la Pachamama y también para pedir una casa propia. 
Algunos datos…
  • El Alto es una ciudad que representa el destino de inmigrantes de gran parte del país, en especial de recién llegados de las áreas rurales del altiplano que mantienen las costumbres de sus lugares de origen.
  • La avenida Panorámica, la vía de ingreso a El Alto, es conocida como la calle de los amautas. Más de 30 casetas albergan el negocio de los sabios que se centran en leer la suerte en hojas de coca o naipes y hacer una q’oa ( sahumerio ) o wajta (preparado) en honor de la Pachamama.
  • La wajta, conocida como mesa, está compuesta por varios productos naturales como hierbas y maderas aromáticas, cebo, dulces, trozos de lana, inciensos, copal (resina de planta), canela, especias, raíces fragantes y hasta un feto de llama, el auquénido de los Andes meridionales.
  • Según el ritual, las mesas blancas sirven para pedir por los negocios, la suerte, el trabajo. Las naranjas o rojas para el bienestar y prosperidad del hogar. Las negras para limpiar el alma de energías negativas o también pueden ser usadas para desear el mal a una persona.
 Nota original: http://www.veintemundos.com/magazines/139-en/#articulo

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